Así que olvídese de luchar con las molestas esquinas de los dientes de ajo, el trabajoso descascarado, o el incómodo olor en los dedos durante horas. Todo lo que necesita son dos vasijas de aluminio y determinación -alguna experiencia como barman no vendría mal.
¿Funciona este método? ¿O prefiere aferrarse a la vieja escuela? Quizás su respuesta dependa de quién lave la vajilla en casa o cuánto de este sabroso condimento incorpore en su dieta diaria -aunque si no le apetece como ingrediente para la cena, podría considerar sus propiedades curativas.
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