lunes, 28 de marzo de 2011

Fukushima no es Chernobyl

La situación producida por el terremoto y el tsunami en la central nuclear de Fukushima en Japón ha reavivado el debate sobre los riesgos de la energía nuclear. José María Gómez Gómez y José Manuel Udías Moinelo, físicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), han hecho un análisis de lo ocurrido hasta ahora.

Tras el terremoto, afirman, “los edificios de los reactores resistieron el seísmo, pero las líneas de suministro eléctrico externo quedaron destrozadas y la central se quedó sin electricidad externa”. Entonces todo funcionó según lo previsto, los reactores nucleares se pararon y los grandes generadores diesel de emergencia entraron en funcionamiento, proporcionando la electricidad necesaria para refrigeración y control. Sin embargo, una hora más tarde llegó el tsunami y dejó inutilizados los generadores diesel.

En un reactor nuclear, “aunque se pare, es decir, aunque se detengan las reacciones de fisión nuclear que generan el calor, se produce un calor residual debido a la desintegración de los productos de fisión en las barras de uranio”. Al principio puede alcanzar unos 150 MW, que los investigadores comparan con el calor que se generaría “si hubiese unas 150.000 estufas domésticas encendidas dentro de la vasija del reactor”. El calor producido disminuye muy rápidamente al principio, y después cada vez más lentamente. “Esto ocurre también con el combustible nuclear gastado, que se ha extraído del reactor y se conserva en el fondo de una piscina de agua”, apuntan los físicos. En condiciones normales, el calor se extrae mediante un circuito de refrigeración por agua. “Pero al fallar el suministro eléctrico, no se ha podido refrigerar y como consecuencia se han producido altas temperaturas y un gran aumento de presión en la vasija del reactor que pone en peligro su integridad. Para evitar males mayores, se procedió a ventear abriendo válvulas, y esto ha causado escapes de elementos radiactivos y también explosiones e incendios producidos por el hidrógeno”, añade Udías Moinelo.

De acuerdo con los expertos, parece bastante claro que la pérdida de agua ha producido daños en el núcleo y en el edificio de contención de algunos reactores, y escapes radiactivos., aunque la situación mejorará a medida que se restablezca el suministro eléctrico exterior. “Es aún demasiado pronto para poder hacer un balance del accidente, incluso de la cantidad de radiación que se ha liberado al medio ambiente hasta ahora. Pero todos los expertos coinciden en que no es comparable a la gravedad del accidente de Chernóbil”, afirman los científicos españoles.

El debate nuclear

En cuanto a las posturas frente al futuro de la energía nuclear, los científicos aseguran que hay que tener en cuenta el informe de posicionamiento elaborado en 2007 por la Sociedad Europea de Física (EPS), un organismo independiente que representa a 100.000 físicos europeos no ligados a la industria de la energía nuclear. Según este informe, en las próximas décadas la demanda mundial de energía va a aumentar un 1,7% anual. En Europa, un tercio de la energía producida es energía eléctrica, de la cual el 31% procede de centrales nucleares, un 14,7% de fuentes renovables y el resto se obtiene quemando combustibles fósiles, con emisión de CO2. “Las renovables están aumentando significativamente, pero la demanda de electricidad no se va a poder satisfacer sin la contribución nuclear”, afirma la EPS. Sin olvidar que “si la electricidad producida por las plantas nucleares se produjese quemando petróleo, gas y carbón, se emitiría a la atmósfera una cantidad adicional de CO2 mayor que la que emite todo el parque de automóviles”.

Con estos y otros datos -que incluyen Chernóbil, pero obviamente no Fukushima-, en el informe de la EPS se concluye que la producción de energía eléctrica de origen nuclear no es más insegura, es decir, no conlleva más riesgo (de pérdida de vidas humanas, para la salud o de daños a la propiedad o pérdida económica) que otras fuentes como el carbón, fuel-oil o gas, sino más bien lo contrario. “Por lo que se sabe en estos momentos, no parece que el accidente de Fukushima vaya a alterar estas conclusiones”, dicen los científicos españoles. No obstante, también afirman que “aunque lo ocurrido en Japón es muy improbable que pueda suceder en España, debe llamarnos a revisar los estándares de seguridad de nuestras centrales y a potenciar las investigaciones que permitan disminuir los riesgos asociados a todas las fuentes de energía, tales como la contaminación atmosférica y las emisiones de CO2, los residuos radiactivos y los accidentes en el transporte y extracción de combustibles fósiles”.

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