domingo, 27 de marzo de 2011

A LA HORA DE HACER EMPRESA...

En otra de mis publicaciones hice referencia a las características del emprendedor, y se vaticinó acerca de, si el emprendedor nacía o se hacía; yo sigo considerando que debe ser una motivación interior, una vocación que permita que las ideas tomen forma y se materialicen en verdaderos planes de negocio y emprendimientos; sin olvidar que también la formación y preparación, potencian ese anhelo de hacer empresa.

Estamos rodeados de maravillosos casos de éxito y ejemplos de emprenderismo, de personas que con dificultad aprobaron sus estudios de bachillerato, o de educación básica y que hoy, además de poseer, lideran grandes y destacadas organizaciones; en esta dirección podemos observar miles de casos de éxito en toda la región y el mundo entero.

Hoy quiero referirme a un caso Colombiano, hablo de Mario Hernández, que hoy con cerca de 38 años de historia y bagaje comercial, se encuentra al frente de una gran firma de marroquinería que responde a su mismo nombre, con presencia en Aruba, México, Panamá, Venezuela y por supuesto Colombia y que ahora se perfila como una solida industria de piezas y accesorios que van a la vanguardia con el mundo de la moda, ahora su objetivo es ser la marca de prestigio No. 1 en Latinoamérica.

Mario Hernández no se formó en las Universidades a las que si fueron sus hijos… Pero qué hizo la diferencia? O qué le ha permitido llegar tan lejos?... Por lo que he leído acerca de su historia y biografía, puedo afirmar que las siguientes circunstancias o características, hacen de Él, un verdadero adalid para el mundo empresarial y académico. He tomado y adaptado información de dos entrevistas de los años 2008 y 2010 para el diario de economía y negocios Portafolio y la revista Cromos, ambas publicaciones de Colombia. Al frente de cada idea, he agregado lo que pienso de sus experiencias y valiosas enseñanzas:

Desde muy joven se inició en las ventas, en términos del propio Mario Hernández, tuvo la posibilidad de “maletear”. Aprender haciendo, no es lo mismo hacer o tratar de hacer, sin haberlo vivenciado.

No pensar solo en el dinero, y concentrar mejor toda su energía en materializar sus ideas. No es fácil dejar a un lado la preocupación de los recursos, pero debemos empezar a atrevernos a hacerlo y tomar distancia del inmediatismo.

El dinero llega con la consecuencia de hacer bien las cosas. Es una gran filosofía de vida, explicada por las buenas prácticas, donde las buenas atraen semejantes.

Dar ejemplo, no son suficientes las buenas intenciones. Instruir y hacerlo con afecto y dedicación es una competencia del jefe, y más allá de esto, del verdadero líder.

Tener “muchas ganas” de hacer las cosas “bien hechas”, lo define como el motor del empresario. Esto es abnegación, entrega y amor por lo que hacemos.

Concentrarse en lo que está bajo su control, para qué ocuparse de la tasa de cambio por ejemplo. Foco, concentración en lo importante. Priorización.

Tener un producto diferenciado. Es cierto que hay competencia, pero por qué no hacerlo mejor y diferente a los demás?.

Pensar en grande, pero empezar pequeños. Muchas veces creamos obstáculos mucho antes de concebir la idea. Principio tienen las cosas.

Para vender bien, hay que comprar bien. No siempre gana el más vivo, esto es pensar en un “gana – gana”.

Brindar sinceridad y un trato igualitario. Respeto y nobleza.

Hay que ser modestos siempre, no permitir que se suban los humos a la cabeza. Humildad, ésta nos puede hacer grandes sin dejar de ser humildes.

Los fracasos no son pérdidas, sino inversiones en aprendizaje. Siempre ver oportunidades, a pesar de las dificultades.

La curiosidad es la fuente de la mejor oportunidad de negocios. No perdamos la capacidad de asombro.

Mezclar bien la teoría con la práctica. Aceptar que la experiencia y el conocimiento, conviven para obtener los mejores resultados.

Para innovar no hay que planear tanto. Se debe ensayar, experimentar y hacer a tiempo los correctivos del caso. La observación puede ser un buen comienzo.

Todos tenemos que decir las cosas que sentimos y que pensamos con transparencia y con espíritu constructivo. Sinceridad y respeto en la comunicación.

Dice que las oportunidades son tan infinitas como las mismas hojas que yacen en los arboles de un bosque. Solo que a veces debemos ir por ellas en el momento y en el lugar indicado.

Para no dedicar exclusivamente el presente artículo a exaltar éste exitoso empresario y brillante persona, voy a compartir algunas de mis recomendaciones desde mi experiencia y con conocimiento de causa, y que aunque lejos del promisorio éxito de esta importante empresa de manufactura, si he contado con la satisfacción de generar a través de una sociedad, oportunidades de empleo formal para seis (6) personas en los últimos cuatro años y para al menos otros quince (15) colaboradores en forma indirecta.

Trasladándome al año 2007 cuando decidí constituir formalmente esta pequeña unidad de negocio, debo señalar que este evento estaba antecedido por otro impulso de emprendimiento, el cual había adoptado al dejar una importante firma del sector financiero para lanzarme a la aventura de desarrollar un proyecto de advertainment (publicidad y entretenimiento), y del cual espero hablarles en un futuro; un accidente y posteriormente una incapacidad de dos meses, diezmó esos ánimos, y para esos días reapareció el fantasma vestido de emprendedor, para despertar o reiniciar ese motor, y abordar de nuevo ese trasegar de hacer empresa. Hoy sin hacer parte de la administración de ella y sin haber inventado absolutamente nada, me queda la satisfacción de decir: si se puede!.

A la hora de hacer empresa, debemos tener la firme intención de hacerlo y la determinación de correr los riesgos, en los que necesariamente quedaremos inmersos, no es una decisión fácil, pero esta será la única condición que determine la diferencia entre promover o no, una idea de negocio.

Juan Diego Restrepo H.

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